domingo, 8 de septiembre de 2013

Domingo XXIII ordinario 2013




Domingo 8 de Septiembre del 2013. Lc. 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: - «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mi no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar."¿0 qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»

CUENTO:  LA CARAVANA DEL DESIERTO

Un poderoso sultán viajaba por el desierto seguido de una larga comitiva que transportaba su tesoro favorito de oro y piedras preciosas.
A mitad del camino, un camello de la caravana, agotado por el ardiente reverbero de la arena se desplomó agonizante y no se volvió a levantar.
El cofre que transportaba rodó por la falda de la duna, reventó y derramó todo su contenido de perlas y piedras preciosas entre la arena.
El sultán no quería aflojar la marcha; tampoco tenía otros cofres de repuesto y los camellos iban con más carga de la que podían soportar. Con un gesto, entre molesto y generoso, invitó a sus pajes y escuderos a recoger las piedras preciosas que pudieran y a quedarse con ellas.
Mientras lo jóvenes se lanzaban con avaricia sobre el rico botín y escarbaban afanosamente en la arena, el sultán continuó su viaje por el desierto. Se dio cuenta de que alguien seguía caminando detrás de él. Se volvió y vio que era uno de sus pajes que lo seguía, sudoroso y jadeante.
- ¿Y tú – le preguntó el sultán – no te has detenido como los demás a recoger el tesoro?
El joven respondió con dignidad y orgullo:
- No, ¡yo sigo a mi Rey!.

ENSEÑANZA PARA LA VIDA:

Seguir a Cristo nunca ha sido fácil, y cuando lo ha sido es porque no era auténtico seguimiento. Lo que Cristo pide y propone fue contracorriente siempre, pero especialmente en este tiempo nuestro. Y es que dejarlo todo y seguirle cuesta mucho, en una sociedad donde poseer bienes, salud, cosas, es signo de prosperidad y de prestigio. Pedir a alguien hoy que debe renunciar a todo eso, pues parece algo descabellado y poco realista. No es extraño que haya tan pocas vocaciones a la vida religiosa o simplemente a una vida cristiana seria y comprometida. Porque realmente, dejarlo todo no creo que lo hagamos la mayoría incluso ni los que nos tenemos por medianamente cristianos. Pero Jesús siempre es radical en su propuesta, aunque comprenda nuestro barro humano. Y nos sigue llamando y proponiendo un ideal liberador. Porque no es que las riquezas para Jesús sean malas, pero tenidas como finalidad son un impedimento para vivir el proyecto de Jesús que es el Reino de Dios, o sea, el compartir, la solidaridad, la entrega a los demás, lo que para Él es la fuente de la auténtica felicidad humana.  Y todo esto choca frontalmente con nuestra mentalidad consumista e individualista actual que nos habla de una felicidad material de posesión de cosas. “Eres lo que tienes” es su lema.  Aunque la realidad sea mucha gente insatisfecha, vacía, aislada, deprimida por no conseguirlo todo ni poder comprarlo todo.
Pero en esta sociedad donde debemos vivir y ser en ella testigos del proyecto liberador y solidario de Jesús. No es fácil, porque es una continua lucha diaria por mantenernos fieles al Evangelio, pero es fuente de alegría, de paz, de salud humana y espiritual. Es claro que no podemos hoy vivir como anacoretas pero sí podemos vivir con algo más de austeridad, sencillez, con una vida alternativa a esta sociedad consumista, con un mayor compromiso por la solidaridad. Jesús propone siempre máximos, aunque comprende nuestros mínimos, lo cual no es una excusa, porque no es imposible cumplir esas metas de horizontes infinitos. Estamos recordando estos días el centenario de su nacimiento y un nuevo aniversario de la muerte de la beata Madre Teresa de Calcuta, una mujer y una santa, que vivió en plenitud el seguimiento de Jesús, pero tenía claro que las formas de seguirlo son diferentes y variadas, según las diferentes vocaciones. Ella nos recuerda sin embargo cuál debe ser la meta a la que tenemos que tender; tener sólo a Dios por el centro de nuestra vida. Todo lo demás es relativo, aunque sea importante. Como lo hizo también y de forma extraordinaria la Virgen María, cuyo nacimiento recordamos con gozo en este día 8 de septiembre.
Sorprende la libertad del Papa Francisco para denunciar estilos de cristianos que poco tienen que ver con los discípulos de Jesús: “cristianos de buenos modales, pero malas costumbres”, “creyentes de museo”, “hipócritas de la casuística”, “cristianos incapaces de vivir contra corriente”, cristianos “corruptos” que solo piensan en sí mismos, “cristianos educados” que no anuncian el evangelio...
Pues ánimo, pongámonos en camino de nuevo, en el intento de seguir al Señor con la máxima fidelidad posible, viviendo en este mundo, pero sin ser de este mundo, relativizando cosas y bienes, poniéndonos al servicio del Reino de Dios, del Proyecto de Dios sobre nosotros y nuestro mundo: un mundo de hermanos, un mundo de justicia, paz y amor. Seguir a Jesús no es fácil, lo sabemos, por eso nos dice que debemos pensarlo primero antes de empezar la ruta, pero nos guía siempre su amor y su misericordia, y nos ayuda su gracia para mantenernos firmes, como el paje del cuento de hoy, que tenía claro que seguía a su Rey.
Y como digo siempre: lo difícil es seguir a Jesús en el camino de cada día, amando, siendo amable, perdonando, compartiendo, escuchando, dando nuestro tiempo, sonriendo. A veces cuesta más que dejar de golpe todas las riquezas. Es más fácil dar dinero muchas veces que darnos a nosotros mismos. Y eso lo podemos hacer todos.

¡FELIZ SEMANA Y RENOVADO SEGUIMIENTO DE CRISTO!

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