Domingo 8 de Septiembre del 2013. Lc. 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba
a Jesús; él se volvió y les dijo: - «Si alguno se viene conmigo y no pospone a
su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus
hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su
cruz detrás de mi no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si
quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver
si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede
acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre
empezó a construir y no ha sido capaz de acabar."¿0 qué rey, si va a dar
la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres
podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro
está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo
vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
CUENTO: LA CARAVANA DEL DESIERTO
Un poderoso sultán
viajaba por el desierto seguido de una larga comitiva que transportaba su
tesoro favorito de oro y piedras preciosas.
A mitad del camino, un
camello de la caravana, agotado por el ardiente reverbero de la arena se
desplomó agonizante y no se volvió a levantar.
El cofre que transportaba
rodó por la falda de la duna, reventó y derramó todo su contenido de perlas y
piedras preciosas entre la arena.
El sultán no quería
aflojar la marcha; tampoco tenía otros cofres de repuesto y los camellos iban
con más carga de la que podían soportar. Con un gesto, entre molesto y
generoso, invitó a sus pajes y escuderos a recoger las piedras preciosas que
pudieran y a quedarse con ellas.
Mientras lo jóvenes se
lanzaban con avaricia sobre el rico botín y escarbaban afanosamente en la
arena, el sultán continuó su viaje por el desierto. Se dio cuenta de que
alguien seguía caminando detrás de él. Se volvió y vio que era uno de sus pajes
que lo seguía, sudoroso y jadeante.
- ¿Y tú – le preguntó el
sultán – no te has detenido como los demás a recoger el tesoro?
El joven respondió con
dignidad y orgullo:
- No, ¡yo sigo a mi Rey!.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Seguir a Cristo nunca ha sido fácil, y cuando lo ha
sido es porque no era auténtico seguimiento. Lo que Cristo pide y propone fue
contracorriente siempre, pero especialmente en este tiempo nuestro. Y es que
dejarlo todo y seguirle cuesta mucho, en una sociedad donde poseer bienes,
salud, cosas, es signo de prosperidad y de prestigio. Pedir a alguien hoy que
debe renunciar a todo eso, pues parece algo descabellado y poco realista. No es
extraño que haya tan pocas vocaciones a la vida religiosa o simplemente a una
vida cristiana seria y comprometida. Porque realmente, dejarlo todo no creo que
lo hagamos la mayoría incluso ni los que nos tenemos por medianamente
cristianos. Pero Jesús siempre es radical en su propuesta, aunque comprenda
nuestro barro humano. Y nos sigue llamando y proponiendo un ideal liberador.
Porque no es que las riquezas para Jesús sean malas, pero tenidas como
finalidad son un impedimento para vivir el proyecto de Jesús que es el Reino de
Dios, o sea, el compartir, la solidaridad, la entrega a los demás, lo que para
Él es la fuente de la auténtica felicidad humana. Y todo esto choca frontalmente con nuestra
mentalidad consumista e individualista actual que nos habla de una felicidad
material de posesión de cosas. “Eres lo que tienes” es su lema. Aunque la realidad sea mucha gente insatisfecha,
vacía, aislada, deprimida por no conseguirlo todo ni poder comprarlo todo.
Pero en esta sociedad donde debemos vivir y ser en
ella testigos del proyecto liberador y solidario de Jesús. No es fácil, porque
es una continua lucha diaria por mantenernos fieles al Evangelio, pero es
fuente de alegría, de paz, de salud humana y espiritual. Es claro que no
podemos hoy vivir como anacoretas pero sí podemos vivir con algo más de
austeridad, sencillez, con una vida alternativa a esta sociedad consumista, con
un mayor compromiso por la solidaridad. Jesús propone siempre máximos, aunque
comprende nuestros mínimos, lo cual no es una excusa, porque no es imposible
cumplir esas metas de horizontes infinitos. Estamos recordando estos días el
centenario de su nacimiento y un nuevo aniversario de la muerte de la beata
Madre Teresa de Calcuta, una mujer y una santa, que vivió en plenitud el
seguimiento de Jesús, pero tenía claro que las formas de seguirlo son
diferentes y variadas, según las diferentes vocaciones. Ella nos recuerda sin
embargo cuál debe ser la meta a la que tenemos que tender; tener sólo a Dios
por el centro de nuestra vida. Todo lo demás es relativo, aunque sea
importante. Como lo hizo también y de forma extraordinaria la Virgen María,
cuyo nacimiento recordamos con gozo en este día 8 de septiembre.
Sorprende la libertad del Papa Francisco para
denunciar estilos de cristianos que poco tienen que ver con los discípulos de
Jesús: “cristianos de buenos modales, pero malas costumbres”, “creyentes de
museo”, “hipócritas de la casuística”, “cristianos incapaces de vivir contra
corriente”, cristianos “corruptos” que solo piensan en sí mismos, “cristianos
educados” que no anuncian el evangelio...
Pues ánimo, pongámonos en camino de nuevo, en el
intento de seguir al Señor con la máxima fidelidad posible, viviendo en este
mundo, pero sin ser de este mundo, relativizando cosas y bienes, poniéndonos al
servicio del Reino de Dios, del Proyecto de Dios sobre nosotros y nuestro
mundo: un mundo de hermanos, un mundo de justicia, paz y amor. Seguir a Jesús
no es fácil, lo sabemos, por eso nos dice que debemos pensarlo primero antes de
empezar la ruta, pero nos guía siempre su amor y su misericordia, y nos ayuda
su gracia para mantenernos firmes, como el paje del cuento de hoy, que tenía
claro que seguía a su Rey.
Y como digo siempre: lo difícil es seguir a Jesús
en el camino de cada día, amando, siendo amable, perdonando, compartiendo,
escuchando, dando nuestro tiempo, sonriendo. A veces cuesta más que dejar de
golpe todas las riquezas. Es más fácil dar dinero muchas veces que darnos a
nosotros mismos. Y eso lo podemos hacer todos.
¡FELIZ SEMANA Y RENOVADO SEGUIMIENTO DE CRISTO!
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