DOMINGO XXVII. TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.
Domingo 6 de Octubre del 2013. Lc. 17, 5 -10
En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos
la fe.» El Señor contestó:- «Si tuvierais fe como un granito de mostaza,
diríais a esa montaña:"Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os
obedecería.
Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor;
cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y
ponte a la mesa? ¿No le diréis:"Prepárame de cenar, cíñete y sírveme
mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar
agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando
hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos
hecho lo que teníamos que hacer."»
CUENTO: JONEYED Y EL BARBERO
El
santo Joneyed acudió a la Meca vestido de mendigo. Estando allí, vio cómo un
barbero afeitaba a un hombre rico. Al pedirle el barbero que le afeitara a él,
el barbero dejó inmediatamente al hombre rico y se puso a afeitar a Joneyed. Y
al acabar no quiso cobrarle. En realidad, lo que hizo fue a además a Joneyed
una limosna.
Joneyed
quedó tan impresionado que decidió dar al barbero todas las limosnas que
pudiera recoger aquel día.
Sucedió
que un acaudalado peregrino se acercó a Joneyed y le entregó una bolsa de oro.
Joneyed se fue aquella tarde a la barbería y ofreció el oro al barbero. Pero el
barbero le gritó:
-
“¿Qué clase de santo eres? ¿No te da vergüenza pretender pagar un servicio
hecho con amor?
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Dicen las estadísticas, al menos en Europa, que hay
un alto porcentaje de personas que han abandonado la Iglesia, que no participan
de sus ritos y que no les interesa el tema religioso. ¿Significa esto que han
perdido la fe? Me pregunto, ¿algún día la tuvieron? ¿se puede perder la fe?. O
era tan poca que no llegaba a ser ni como un grano de mostaza. Personalmente
creo que lo que hay en muchos cristianos y católicos no es fe genuina de la que
habla el evangelio de hoy; primero porque si así fuera, como dice Jesús, se
notaría más; segundo porque es evidente la poca convicción con que muchos
llamados creyentes hablan de su fe; tercero porque la vivencia de gratuidad a
nivel de fe de la que nos habla Jesús no es el más sobresaliente de los rasgos
de la fe incluso en los que nos llamamos católicos y practicantes. La fe, según el Evangelio, es un don, es un
regalo de Dios, totalmente gratuito,
inmerecido; junto a esto, es una experiencia parecida al amor, una experiencia
de amistad que transforma la vida y trastoca la jerarquía de valores en la que
apoyamos nuestra vida. Y esto que parece tan sencillo de entender, no es tan
fácil de vivir, sobre todo en esta sociedad nuestra donde todo tiene un precio
y donde las cosas, las relaciones muchas veces se compran y se venden. Aunque
es verdad que mucha gente busca hoy más que nunca esa sensación de ser amado
gratuitamente, quizá porque eso es precisamente lo que no siente ni vive.
Terrible sociedad que nos hace desconfiar de los demás, de los amigos, incluso de
la familia, que nos hace creer que todo se vive por interés. Y así cómo vamos a
entender y vivir la fe desde una experiencia de gratuidad y de amor. Nos pasa
como en el cuento de hoy a Joneyed, creemos que tenemos que pagar siempre algo
a Dios: sean nuestras misas, nuestros rosarios, nuestras buenas obras. Nos
cuesta entender que a Dios no se le compra, que Dios es puro don, puro amor
incondicional, y que su amor no depende de nuestros comportamientos. Hemos
hecho una religión moralista, de cumplimientos de normas y leyes, y nos hemos
olvidado de lo fundamental, lo que hace al cristianismo ser una religión
diferente y revolucionaria: la experiencia gratuita del amor de Dios
manifestada en Cristo, una experiencia más mística que moralista, lo cual no
quiere decir que no tenga consecuencias morales en nuestra vida, pero son la
consecuencia, no la causa de la fe y del amor de Dios. Dios nos ama, no porque
seamos buenos, nos ama por que sí, porque somos sus hijos, incubando en
nosotros la gran revolución del amor.
Vivamos esta Eucaristía desde la gratuidad del don.
Impresionante milagro sobre la tierra que todo un Dios que no cabe en cielo y
tierra haya querido hacerse, por amor, humilde pan y vino para alimentar
nuestra fe.
Hagamos todo con esta gozosa experiencia de
agradecimiento, sin exigir nada, trabajando cada día por el Reino de Dios, pues
Dios ya sabe lo que necesitamos y nos dará todo por añadidura.
Es difícil amar como Dios nos ama, pero con su
ayuda, lo podemos intentar. “Como si todo dependiera de nosotros, como si todo
dependiera de Dios”, como decía san Ignacio. En actitud de humilde alabanza y
admiración como nos ha recordado esta semana san Francisco de Asís y el Papa
Francisco que este pasado día 4
ha visitado la ciudad de Asís, invitando a todos a
volver a la sencillez, la humildad y la experiencia profunda de Dios.
¡FELIZ Y GRATUITA SEMANA!
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