domingo, 20 de octubre de 2013

29ª SEMANA DEL T.O. (20 de octubre de 2013)



Lectura del Evangelio según SanLucas 18,1-8

Para inculcarles la necesidad de orar siempre sin desanimarse, Jesús les contó esta parábola: Había en una ciudad un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había también en aquella ciudad una viuda que no cesaba de suplicarle: «Hazme justicia frente a mi enemigo». El juez se negó durante algún tiempo, pero después se dijo: «Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie, es tanto lo que esta viuda me molesta, que le haré justicia para que ya no venga a buscarme». Y el Señor añadió: −Fíjense en lo que dice el juez injusto. ¿No hará, entonces, Dios justicia a sus elegidos que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar? Yo les aseguro que les hará justicia inmediatamente. Pero, cuando venga el Hijo del hombre ¿encontrará fe en la tierra?

Comentario

La parábola es muy corta pero llena de contenido. Tiene una finalidad que queda clara desde el comienzo: inculcar la necesidad de orar siempre y sin desanimarse. Orar siempre es la necesidad pero muchas veces no aparece el resultado que espero, que quiero y que imploro, por eso aparece la otra fórmula  mas negativo “sin desanimarse”.

La parábola tiene dos personajes que no son nada ingenuos en el relato, un juez, un hombre con poder que no necesita de nada ni de nadie, no teme a Dios, y no le importa  nadie. Está por encima de todo. No tiene obligación alguna que le exija atender al nadie.

El otro personaje es una viuda, la representación típica en Israel, y en los libros sagrados, de la debilidad, de la pobreza, de la marginación. Junto con los huérfanos y extranjeros representan lo pobre de lo más pobre.

La viuda pide justicia y es el clamor de tantos y tantas que  hoy reclaman trabajo, trabajo digno para vivir con dignidad… la viuda pide justicia y en la parábola representa a una multitud de personas que en este mundo son víctimas de aquellos que por una parte no les importa Dios. Cuando Dios realmente importa el grito de los que sufren resuena en nuestros oídos, cuando Dios realmente importa es imposible no escuchar el clamor del pueblo, como nos dice el Éxodo. Cuando para un seguidor de Jesús, Dios realmente importa, las personas empobrecidas,explotadas y marginadas se convierten en mediación necesaria para el encuentro con Él.

Y por otro lado, cuando no nos importan las personas, cuando lo único que me importa es lo mío, lo que está a mi alrededor, cuando no nos importa nada ni nadie, cuando somos indiferentes al dolor y sufrimiento, al que nos rodea o a cualquiera… estamos ante el pecado más grande. No importar Dios ni los demás es el pecado original.

En la parábola se nos recuerda que Dios si escucha y escucha a todo lo que representa la viuda de Israel. Es verdad que la petición es sin descanso, sin desanimarnos, vemos atisbos del Dios que nos escucha pero también tenemos la sensación de que tarda esa justicia.

Pero esta parábola no es para dejarnos inmóviles esperando, entendemos que nuestra esperanza es en acción, que la petición es una toma de conciencia de aquellos que nos sentimos, porque seguimos a Jesús,  constructores del Reino y que esa justicia es tarea de la Iglesia, que esa justicia gritada por los empobrecidos de la tierra, tiene un oído cercano en los creyentes que rápidamente nos convertimos en los oídos de Dios, en los ojos de Dios en las manos de Dios… nos toca anticipar, el Señor hará justicia de forma definitiva, pero los creyentes anticipamos esa justicia, hacemos presente lo que soñamos como futuro… oramos sin descanso para pedir la fuerza de Dios, por medio de su Espíritu para aliviar las heridas de nuestro mundo…

No podemos dejar de pedir justicia, no podemos dejar de, con todos los doloridos de la tierra, seguir gritándole al Padre que no nos abandone, que se derrame sobre nosotros todo su amor, toda la justicia. Y, no podemos olvidar que, nuestra petición, para que sea cristiana, es tarea.

Hoy, más que nunca, necesitamos de esa fe, de esa esperanza activa capaz de pedir y luchar, de confiar en que Dios, siempre está, “qué hará justicia a sus elegidos, que le gritan día y noche”.

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