FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR. CICLO A.
Domingo 12 de Enero del 2014. Mt. 3, 13 -17
En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al
Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba
disuadirlo, diciéndole: -«Soy yo el que necesito que tú me bautices,¿y tú
acudes a mí?» Jesús le contestó: -«Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así
todo lo que Dios quiere. » Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó
Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba
como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía- -«Éste
es mi Hijo, el amado, mi predilecto.»
CUENTO: EL
TESORO OCULTO
Nos
cuenta una antigua leyenda hindú que en un tiempo todos los hombres que vivían
sobre la tierra eran dioses, pero como el hombre pecó tanto, Brahma, el dios
supremo, decidió castigarlo, privándolo del aliento divino que había en su
interior y esconderlo en donde jamás pudiera encontrarlo y emplearlo nuevamente
para el mal.
-
“Lo esconderemos en lo profundo de la tierra”, dijeron los otros dioses.
-
“No”, dijo Brahma, “porque el hombre cavará profundamente en la tierra y lo
encontrará.
-
“Entonces, lo sumergiremos en el fondo de los océanos”, dijeron otros.
-
“Tampoco”, dijo Brahma, “porque el hombre aprenderá a sumergirse en el océano y
también allí lo encontrará.
-
“Escondámoslo en la montaña más alta”, dijeron entonces.
- “No”, dijo Brahma, “
porque un día el hombre subirá a todas las montañas de la tierra y capturará de
nuevo su aliento divino.
- “Entonces no sabemos dónde esconderlo ni
tampoco sabemos de un lugar en donde el hombre no pueda encontrarlo”, dijeron
los dioses menores.
- Y dijo Brahma: “Escondedlo dentro del hombre
mismo; jamás pensará en buscarlo allí”.
Y
así lo hicieron. Oculto en el interior de cada ser humano hay Algo de divino. Y
desde entonces el hombre ha recorrido la tierra, ha bajado a los océanos, ha
subido a las montañas buscando esa cualidad que lo hace semejante a Dios y que
todo el tiempo, sin muchas veces saberlo, ha llevado en su interior.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Se cierra en este domingo el ciclo de las fiestas
de la Navidad con una fiesta muy importante y significativa: el Bautismo de
Jesús en el Jordán.
Si la Navidad pareciera un cuento para niños o la simple
declaración de buenas intenciones de paz y de amor que apenas se llevan a cabo
unos pocos días al año, sin contar con que hoy para muchos, Navidad es sinónimo
de consumo y de familia, la fiesta de hoy nos devuelve a la verdadera realidad
de la Navidad cristiana, presentándonos a Jesús siendo bautizado por Juan en el
Jordán.
Este acontecimiento fundamental es el inicio de la vida pública y de la
misión de Jesús en el mundo. La Navidad no termina en el olvido de una fiesta
acaramelada, que se arrumba en el baúl de los recuerdos hasta una próxima
oportunidad. Termina con una fuerte llamada al compromiso de la fe. El Niño de
Belén es el mismo Jesús del Bautismo.
El mensaje de la Navidad se hace realidad
en la misión sanadora y liberadora de Jesús. En las aguas del Jordán se revela
en plenitud la identidad de Jesús, el Hijo Amado, el predilecto de Dios,
enviado por el Padre a poner en pie de guerra al mundo en la lucha contra la
injusticia, la desigualdad, el egoísmo de unos pocos que hunde en la miseria a
la mayoría de los seres humanos.
Nada, pues, de un bautismo social o de
apariencia, o de cumplimiento ritual para lavar el pecado original. El bautismo
es el sacramento del compromiso de la fe. En él sale a la luz la esencia del
ser humano, llamado a ser hijo de Dios también amado y predilecto en Jesús.
Por
el bautismo sabemos que en lo más profundo del ser humano habita un aliento de
divinidad. En el bautismo se hace palpable la vocación más profunda del ser
humano: ser llamado al encuentro y a la amistad con Dios.
En el bautismo, el
Espíritu Santo despliega todo su potencial de amor y de energía divina que
habita en nuestros corazones y nos pone en pie de misión, la misión de hacer de
este mundo un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de fraternidad y de paz.
Desgraciadamente, no es así en la mayoría de los casos lo que ocurre con gran
parte de los llamados “bautizados”, para los que el bautismo no ha significado
un cambio radical de vida ni un compromiso fundamental de su fe.
Es urgente
devolver al bautismo esa fuerza liberadora que produjo en Jesús y de la que nos
habla el cuento de hoy. Estamos llamados a ser divinos, a volar alto, a soñar
horizontes de paz, a ser cada día mejores, a vivir la plenitud del amor. ¡Qué
diferente sería nuestro mundo si los supuestos “bautizados” fueran en verdad
“convertidos”, testigos, misioneros, evangelizadores, promotores del bien, de
la justicia, de la verdad, de la solidaridad!.
Desde luego que no habría hambre
en el mundo, ni habría la escandalosa desigualdad que puebla nuestra tierra.
Pero bueno, mientras llega eso, tú y yo, cada uno de los que nos llamamos
cristianos podemos intentar vivir en serio las consecuencias de nuestro
bautismo.
La tragedia del sudeste asiático es una buena prueba para saber cómo
andamos de solidaridad. Y no sólo en estas situaciones extremas de tragedia,
sino en la vida cotidiana de cada día del año.
Porque cuando pasen las primeras
emociones mediáticas, el mundo seguirá rodando y seguirán muriendo millones de
personas de hambre en África y otros lugares del mundo, mientras derrochamos y
despilfarramos en occidente lo que otros necesitan para vivir. Solidaridad todo
el año, solidaridad con todos, solidaridad y amor siempre.
Este es el mensaje
del Bautismo de Jesús y el mensaje de las
consecuencias
de nuestro propio bautismo.
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